Controlar la Ira

La ira o rabia es una emoción natural que en condiciones normales y entre límites muy específicos es sana para el ser humano. Es una respuesta natural y adaptativa ante una amenaza, para reaccionar y defenderse. Sin embargo, cuando se sale de control y se hace más intenso, puede llegar a ser destructivo tanto para otras personas como para la persona en sí que está sintiendo esta emoción.

La rabia, la ira, la cólera, o cualquiera de sus otros sinónimos puede llegar a dañar la salud física y mental de una persona, por lo que hay que tratar de manejarla de la mejor forma posible. Muchas personas aseguran que si una persona se mantiene alejada de los sentimientos de odio, rencor, cólera y rabia, evita que su cuerpo y su corazón se mantengan limpios.

Una vez que se instala el odio dentro de una persona es realmente difícil sacarlo de ahí. La rabia o la ira pueden variar desde una pequeña rabieta a un odio sin límites.

Hay dos formas de mostrar la ira; existe la ira pasiva y la ira activa. La primera trata de ocultarla bajo una serie de mecanismos de defensas que al final terminan afectando mas a la persona que la siente y de igual forma termina saliendo por otro lado. En el caso de la ira activa, la ira se puede convertir en agresión tanto verbal como física.

Las personas ponen en práctica una serie de procesos para evitar la ira y para poder manejarla cuando es inevitable. Estos procesos pueden ser consientes o inconscientes. Se resumen a tres procesos: expresarla, suprimirla o calmarla.

Cuando uno la expresa debe tratar de ser lo más justo y tranquilo posible para poder expresar la molestia sin necesidad de mostrar signos de violencia o agresividad. También puede ser suprimida, pero solamente si luego se va a trasformar y ser digerida, es decir, si luego la rabia se va a poder manejar en la parte interna. Finalmente, uno se puede calmar en el momento y dejar pasar el motivo de ira. Lo importante siempre es tratar de manejar la ira de manera interna, y no únicamente en el exterior.