jueves, 27 de octubre de 2011

Hijos Adolescentes

En la actualidad, el proceso de pasar de la niñez a la juventud, es una circunstancia algo incomprensible para los jóvenes y para sus padres. A esta etapa, llamada adolescencia, se le atribuye el periodo de crecimiento acelerado que separa la niñez de la juventud y que, en la mayoría de los casos, se ubica entre los once y los diecisiete años de edad.
La adolescencia es una época en la que los jóvenes pasan de la alegría a la tristeza con gran facilidad. Es el momento de inclinación, tanto por los grupos como por la soledad. Del altruismo y el egoísmo, de la curiosidad y el aburrimiento. De confianza y duda en sí mismos, pero sobre todo, la adolescencia es un periodo de cambios rápidos en los aspectos físicos, sexuales e intelectuales y de cambios ambientales en la naturaleza de las exigencias externas que la sociedad impone a quienes pasan por esta etapa del desarrollo.
Los cambios físicos que se dan en esta fase son, sin duda, diferentes entre las hembras y los varones, pero ambos comienzan a experimentar una gran necesidad de contemplación donde el espejo se convierte en su mejor aliado. Aun cuando por motivos distintos, el adolescente somete su imagen a una atenta y meticulosa observación: Pequeñas manchas, el acné, la llegada de la menstruación, el crecimiento de los senos entre otras, son objeto de preocupación estética de las muchachas, en tanto que los muchachos, están más pendientes del aumento de sus músculos ?signo de fortaleza-, de la aparición del vello facial y del cambio en el tono de voz. A diferencia del niño pequeño, cuyo crecimiento es gradual y ordenado, el adolescente encontrará a corto plazo que se siente como un extraño con su propio cuerpo.
Las alteraciones morfológicas trabajan durante este periodo en la psicología de los adolescentes, quienes sienten un profundo temor a una deformación exagerada de su cuerpo que los haga parecer ridículos o repulsivos ante los demás. Es por ello que revisan constantemente su físico. El proceso de integrar con éxito estos cambios -que para los jóvenes son dramáticos- a la nueva identidad personal, puede ser prolongado y muy difícil. Es aquí donde el papel de los padres es fundamental, pues este problema se hará menos preocupante en la medida en que papá y mamá tengan una idea más clara de la verdadera naturaleza de los cambios físicos que ocurren en esta etapa, para así poderlos explicar a sus hijos.
Los rápidos cambios de los adolescentes durante su desarrollo físico, van acompañados de incrementos igualmente impresionantes ?aunque tal vez menos obvios- de su capacidad mental. El joven promedio de catorce o quince años puede manejar con facilidad y mucha eficiencia tareas o problemas intelectuales que a un niño de nueve o diez años le sería muy difícil dominar.
Aunque los adolescentes no muestran una diferencia sistemática en su inteligencia total, difieren en cierta medida en cuanto a sus capacidades. Desde los once años aproximadamente, las hembras tienden a sobresalir más en las pruebas sobre capacidad verbal. Mientras tanto, los varones destacan más en tareas visuales y de compresión espacial como por ejemplo, visualizar un objeto en el espacio desde ángulos diferentes, ver cómo trabaja un conjunto de engranajes, etc. En algunos casos, los varones alcanzan mayores resultados en asignaturas como matemáticas y las hembras desarrollan una mayor capacidad para las actividades manuales, artísticas e intelectuales.
El joven, a pesar de su personalidad incipiente se coloca como un igual ante sus mayores, pero se siente diferente a éstos, debido a la nueva vida que se agita en él. Es por ello que quiere sobrepasar y sorprender a los adultos, transformando el mundo. He aquí por qué los planes de vida de los adolescentes, por una parte, están llenos de sentimientos generosos, altruistas o místicos y por otra son inquietantes por su megalomanía y su gran egocentrismo.
El adolescente se atribuye con toda modestia, un papel esencial en la salvación del mundo y organiza su plan de vida en función de esta idea.
En lo que al amor se refiere, es cierto que el adolescente lo descubre, pero lo que trata es de proyectar sus ideas en un ser real. Es por eso que las decepciones son tan repentinas como los enamoramientos, pues el adolescente ama, platónica o realmente, como si viviera una novela.
En cuanto a la vida social del adolescente, encontramos que cuando se enfrenta a situaciones sociales, en ocasiones se repliega llegando a parecer poco sociable o desadaptado. Esto no debe ser motivo de preocupación para los padres, pues la sociedad que le interesa es la que quiere transformar y no siente más que desprecio y desinterés por la sociedad real que él condena. Además, la sociabilidad del adolescente se afirma a través de la vida, en la relación con sus iguales. La verdadera adaptación a la sociedad vendrá automáticamente cuando, de reformador, el joven pase a realizador. Entonces no hay por qué inquietarse por las extravagancias y los desequilibrios de los muchachos, a menos que éstos sean permanentes y sostenidos en el tiempo.

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